viernes, 30 de diciembre de 2011

El retiro de Irak

A tres años de asumir el cargo de presidente Obama cumple, hace unas semanas, su promesa de retirar las tropas de Estados Unidos de Irak. Quedan atrás las mentiras del presidente Bush para invadir a Irak, los cientos de miles de muertes de militares y civiles producidos con ataques por bomba, los saqueos arqueológicos de museos y colecciones oficiales que terminaron, por vías oscuras, en colecciones privadas de millonarios occidentales, las torturas a prisioneros iraquíes por parte de las autoridades de ocupación estadounidense, y el uso del territorio de Irak como base de operaciones contra países vecinos.

Pero no quedan atrás, sino que forman parte de un duro presente, las heridas de la guerra, las divisiones internas que hacen difícil la marcha normal del país, las actividades terroristas de sectores que se sientes excluidos o que quieren vengarse de la intervención extranjera, la presencia de grandes empresas extranjeras que se establecieron a la sombra de la ocupación del país y que mantienen elevados gastos en seguridad privada.

Con todo, el retiro de las tropas extranjeras de Irak es una nueva buena noticia que debería restarle presión a la alta tensión que, se manifiesta entre las potencias occidentales e Irán. Sería bueno que estas potencias renunciaran, de una vez por todas, a imponer por la fuerza su propia versión de la democracia a otros países que no comparten el pasado social y político de Europa.
Esto no quiere decir que se deba renunciar a los intercambios culturales y a críticas pacíficas de problemas como la situación de las mujeres en la mayoría de las sociedades islámicas. Queda por delante el difícil trámite de un retiro de las tropas de ocupación de Afganistán que parece requerir unos acuerdos políticos internos que aún no se tienen.

Tampoco está claro el futuro político de Pakistán, otro vecino de Irán, pero los contactos políticos que se adelantan en Afganistán incluyen a facciones relacionadas estrechamente con las agencias de seguridad de Pakistán.

El compromiso de las salidas pacíficas podría irse abriendo si se impusiera, en los Estados Unidos, el espíritu de crítica a la política exterior de Bush, basada en la fuerza militar que expresó durante la campaña que llevó a Obama a la presidencia. Lo peor que podría ocurrir, en este momento de comienzo de una nueva campaña, para la reelección, sería que Obama dejara en manos de la derecha republicana en el Pentágono, el manejo de la tensión con Irán con miras a empezar una nueva guerra aún más grande que las anteriores.

Esto iría en contravía no solo de las promesas y del espíritu de la política exterior de Obama, sino de los intereses económicos y fiscales de un país que, como los Estados Unidos, necesita reducir sus gastos y entre estos los militares.

Más razones para un optimismo cauteloso que para un pesimismo apocalíptico como el que predice el fin del mundo en 2012.