jueves, 25 de agosto de 2011

¿Terminó la pesadilla?

La guerra civil de Libia, en la que dos de sus víctimas fueron la verdad y el derecho internacional, parece cercana a su fin con la toma de gran parte de Trípoli por parte de los rebeldes apoyados por intensos bombardeos de la OTAN.

Ahora el principal problema será la reconstrucción, especialmente del tejido social, de un país que va a estar anarquizado y sometido a la aplastante influencia de los países de la coalición que tienen en Libia intereses estratégicos que van a defender por encima de todo.

La verdad y el derecho están en la base de la confianza y la paz y por eso la reconciliación, suponiendo que hubiera alguien interesado en promoverla, no va a ser fácil. Además no es improbable que el éxito a corto plazo de la coalición estimule nuevas aventuras intervencionistas en otros países. Como candidatos de futuras intervenciones si se dan las circunstancias, están aquellos que hacen parte de la lista de países catalogados como quienes promueven el terrorismo por parte de EEUU, incluye a Siria, Irán, Sudán, Cuba y Venezuela.

De esta lista los peces gordos, productores de petróleo y miembros de la OPEP, son Irán y Venezuela. Este último país, Venezuela, vive una crisis institucional con el cáncer de Hugo Chávez una situación que puede complicarse dado que el próximo año hay elecciones presidenciales y se prevé que la oposición cargue con fuerza.

Las últimas intervenciones armadas de EEUU en América Latina han ocurrido en países pequeños como Nicaragua, Granada o Panamá. En otros países más grandes el método preferido no ha sido la invasión armada sino, más bien, el estímulo y apoyo de agentes internos a fines a sus intereses como ocurrió en el golpe de Chile o más recientemente en Honduras. Sin embargo, en el caso de Venezuela esto ya ha sido intentado, y ha fracasado con el golpe que encabezó el empresario Pedro Carmona.

Una posible intervención militar directa extranjera sería una operación de gran envergadura en la que tendría que tenerse en cuenta la reacción de países vecinos como Brasil y Colombia que están, además, ligados en acuerdos colectivos como Unasur. Por otro lado Venezuela se está preparando reforzando su ejército con nuevas armas rusas que han sido desembarcadas en los últimos días, y con decisiones que tienden a poner a salvo las reservas internacionales en caso de conflicto.

De todas formas lo que sigue a una intervención extranjera traumática, como la de Irak, no es una situación de paz sino una de desorden y de postergación de los intereses nacionales. En Libia aún no se sabe de tropas extranjeras entre los rebeldes, aparte de asesores y oficiales encargados de dar instrucciones sobre el manejo de armas, y de comunicaciones, pero las puertas del país quedaron abiertas a otras opciones.

Por todo esto es improbable que la pesadilla haya terminado, y aún podría decirse que apenas está empezando.