martes, 16 de agosto de 2011

Nerviosismo económico

Otra vez las bolsas caen y se manifiesta un pesimismo que contradice las versiones de una recuperación que dejaría atrás el gran tropezón de la economía del 2008.

La época de la hegemonía económica y política de los Estados Unidos no ha terminado, pero la expansión de otros grandes países, como China, contrasta con las dudas que genera el país del Tío Sam frente al futuro inmediato que ya no se ve color de rosa como cuando terminó la segunda guerra mundial.

Las declaraciones recientes del presidente Obama en las que echa la culpa de la caída de las bolsas a los países europeos con problemas económicos, es un torpe intento de sacarle el cuerpo a las responsabilidades derivadas del aumento constante de la deuda de Estados Unidos y del mantenimiento de altos gastos, y por lo tanto, déficits, que resuelven los problemas de corto plazo pero que tienen como efecto la devaluación del dólar y la desconfianza en los papeles y acciones denominados en dólares.

En algunos países, la fuerte revaluación de sus monedas está limitando la competitividad de sus exportaciones y aumentando la entrada de toda clase de manufacturas importadas. En Colombia, en el primer semestre de 2011, las exportaciones aumentaron en un 26%, pero las ventas de automóviles en su mayoría importados, aumentaron en un 45%.

No parece probable que los Estados Unidos decida reducir drásticamente sus gastos y menos aún los gastos militares. Por otro lado, muy posiblemente la drástica reducción de los gastos, no solo en los Estados Unidos sino en Europa, podría aumentar la recesión y el desempleo que ya están en niveles angustiosos.

Entre la recesión y la devaluación del dólar no se ven opciones distintas que garanticen el crecimiento económico y el equilibrio fiscal. Parece que las herramientas económicas se hubieran agotado. Si la parálisis de los gobiernos de Europa y los Estados Unidos se confirmara en las próximas semanas, entonces los problemas en las calles se multiplicaran con el paso del tiempo ante la incapacidad de dar respuestas a la situación por parte de las oficinas de los bancos centrales o de los ministerios de economía.

Las manifestaciones, hasta ahora pacíficas de los “indignados” en España, y la violencia en las calles de Londres protagonizada por jóvenes desempleados de las minorías podrían convertirse en el pan de cada día en muchos países, y servir de caldo de cultivo para cocinar nuevas alternativas de gobierno, ojalá, más justas, más civilizadas, más ecológicas y más tolerantes que las actuales que ya casi, casi, parecen cosa del pasado que se empeñan en permanecer en un presente que necesita otra cosa.