martes, 14 de junio de 2011

Ganó el Perú

No cabe duda que en las últimas elecciones en las que Ollanta Humala tuvo una mayoría del 51% sobre su opositora Keiko Fujimori, que obtuvo el 48% de los votos, ganó el Perú al resolver pacíficamente una contienda electoral encendida por un debate de fondo sobre el futuro del país en el cual estuvo muy interesada toda la región latinoamericana.

Humala, consiguió lo que sendero luminoso en su tiempo no pudo conseguir: el apoyo de más de la mitad del electorado peruano.

Sin embargo, su precario control de la mayoría del congreso, que incluye un acuerdo con los parlamentarios cercanos al ex presidente Alejandro Toledo, lo obligarán a gobernar teniendo muy presente a la oposición, y buscando la conciliación siempre que ello sea posible.

Al día siguiente de las elecciones la bolsa de Lima tuvo una caída en picada como para no dejar dudas de los sentimientos de los inversionistas frente al nuevo gobierno pero, aún así, existe una necesidad evidente de entendimiento entre Humala y los hombres de negocios que no parecen haber tomado en serio el anuncio del próximo gobierno, en el sentido de imitar el modelo brasileño, que ofrece prosperidad en los negocios al tiempo que se ocupa de resolver los problemas sociales básicos.

La primera visita oficial del presidente electo fue a Brasil y estará seguida por visitas a los países vecinos de Suramérica. Cabe destacar, en las últimas semanas, el silencio de Venezuela y el aparente esfuerzo de Humala por evitar que se le asociara con Hugo Chávez que parece más inclinado, por estos días, a seguir un perfil más bajo que el acostumbrado.

Perú no es Brasil, no solo porque es más pequeño, sino porque tiene que entenderse con las grandes empresas mineras internacionales, que han prosperado en los últimos años gracias a condiciones ventajosas que han mantenido, pero lo que no ha representado cambios respecto de los millones de peruanos que se encuentran en la marginalidad económica.

Los desafíos que encuentra Humala son enormes, pero afortunadamente los recursos del país también son considerables, y existe la posibilidad, al menos teórica, de convencer a las grandes empresas mineras para que sigan obteniendo beneficios, pero también se sumen a quienes buscan enfrentar los graves problemas sociales del país.

Las importantes expectativas que se han forjado en torno al gobierno son parte del éxito de la campaña que han dejado a la zaga tanto a la izquierda antediluviana como a la derecha recalcitrante. Para algunos, las propuestas del presidente recién electo son sinónimo de populismo, sin embargo, reivindicaciones como el derecho al agua potable en zonas rurales y urbanas no puede tildarse de meta demagógica, y más bien recuerda las necesidades insatisfechas de amplios sectores de la población inca.