miércoles, 25 de mayo de 2011

España agitada

El fin de semana pasado coincidieron, en España, las manifestaciones contra los políticos y el desempleo, y las elecciones locales en las cuales ganó el partido popular, de derecha, al PSOE, socialista, que está en el gobierno.

El malestar por el desempleo y la corrupción ha llegado a España, luego de las grandes manifestaciones en Grecia y Portugal, contra las medidas económicas derivadas de la crisis económica.

En la otra crisis mundial, la de 1930, el socialismo en la Unión Soviética ofrecía una política de “pleno empleo”, y muchos veían la crisis del capitalismo como un anuncio de un futuro socialista para todo el mundo, en el que la vida sería más fácil, y estarían garantizadas las necesidades mínimas de todos.

Esta utopía de entonces, ya no existe, y en la actual situación los partidos socialistas no encuentran nada que hacer. Parece como si la crisis económica fuera comparable a un terremoto, o a una gran inundación.

Pero cómo esperar que los jóvenes españoles no salgan a la calle para protestar por una tasa de desempleo que llega, para ellos, al 45%. Las libertades democráticas de los últimos 200 años son para usarlas aunque no exista un partido político que represente el descontento y que pueda ofrecer alternativas viables a los programas de ajuste.

El partido popular, probablemente traerá más de lo mismo, y no puede, en razón de sus compromisos políticos con los sectores que dirigen la economía y los negocios, hacer otra cosa distinta a apretar las tuercas y, aplicar las recetas clásicas de disminuir los gastos del gobierno, y recortar las conquistas laborales de los últimos años.

De todas maneras, es posible que se esté abriendo en el sur de Europa, un largo periodo de inestabilidad política emparentada, en cierto sentido, con la de la orilla opuesta del Mediterráneo, donde también aumenta el desempleo, particularmente de los jóvenes, suben los precios de los alimentos y crece la impaciencia con gobiernos corruptos, que no parecen preocuparse por los problemas de la población sino por sus propios intereses y privilegios.

En América Latina, mientras tanto, el auge de los precios internacionales de los productos básicos de exportación, y el de la entrada de capitales extranjeros, se ha generado un crecimiento económico y, en algunos países como Brasil, un fortalecimiento de la clase media.

Aún es temprano para saber si estas condiciones favorables son algo aislado dentro de la crisis general, o si se trata de diferencias estructurales que prolongaran estos efectos en el futuro.

Lo cierto del caso, es que el sur de Europa, y el mundo árabe tendrán que dar forma política al descontento que permea a esas sociedades antiguas, pero impacientes. Las salidas no parecen fáciles.