lunes, 2 de mayo de 2011

El mundo que viene

Esta semana el Fondo Monetario Internacional (FMI), predijo que el PIB de China alcanzará al de Estados Unidos en 2016, revisando una estimación de que ello sucedería solo hasta 2020, y al mismo tiempo los medios informaron que las reservas internacionales de ese país alcanzaron los 3 billones de dólares, lo que supera igualmente las previsiones financieras conocidas hasta ahora, como un efecto inmediato de la llegada al primer lugar, respecto de la producción de manufacturas a nivel global, por parte de la república popular de China.


Cabe preguntarse si la multipolaridad de que se habla como alternativa deseable ante la unipolaridad representada por los Estados Unidos, es una ilusión que oculta el hecho de que tendremos muy pronto una nueva bipolaridad al menos en el campo de la economía.


Para los países medianos y pequeños, como el nuestro, no va a ser fácil mantener el ya restrictivo empleo bien pagado si se concretan algunas tendencias preocupantes como la proliferación de manufacturas de origen Chino, altamente competitivas por su bajo precio. Por su parte, el mercado de alimentos local y los precios de los mismos se verán impactados ante una nueva variable en cuestión de producción dado que se abre paso la compra de grandes extensiones de tierra en países extranjeros por parte de China, u otros países como Corea o Arabia Saudita con el fin de asegurarse el suministro de manera directa de biocombustibles o de alimentos que en ocasiones escasean en el mercado internacional.


Se puede suponer que la llegada de China al primer lugar de la economía mundial va a estar acompañada de un aumento de su influencia política y de sus gastos militares no solo para asegurar sus fronteras terrestres sino para defender sus intereses en todo el mundo. Es posible que la expansión de China en el mundo no siga exactamente el camino de los Estados Unidos ni el de los antiguos poderes imperiales europeos pero, a pesar de la discreción y la prudencia de la posición de China ante los conflictos internacionales recientes, no hay que descartar posiciones más audaces y agresivas en la medida de que tome conciencia de sus posibilidades y necesidades.


Ante esta situación, que se pronostico durante tanto tiempo y que ya ha llegado, la necesidad de integrar a América Latina es apremiante, y resulta útil la consolidación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) como proyecto que da evolución al grupo de Río, recientemente lanzado en Caracas con la participación de los 32 cancilleres de la región.


Quizás tan importante como mirar al otro lado del pacífico, o quizás más, es mirarnos a nosotros mismos como posibilidad de futuro y de estabilidad regional. Para eso tenemos que hacer muchos cambios con optimismo, empezando por desmontar las fronteras que nos separan.