lunes, 28 de febrero de 2011

La revolución árabe

Después de dos semanas de la salida de Hosni Mubarak en Egipto continúan las manifestaciones exigiendo reformas inmediatas al nuevo gobierno militar. Al mismo tiempo, en Libia, Gadafi se encuentra controlando solo la capital y sus alrededores mientras Estados Unidos y Europa imponen embargo de armas y bloqueo a los depósitos, de Gadafi y de sus aliados, en sus bancos.

En Túnez, el primer país afectado por las grandes manifestaciones y la huída de su presidente, continúan las manifestaciones, en ocasión, contra el nuevo gobierno organizado por militares y políticos que colaboraban con el gobierno anterior. La posición oficial del gobierno de Estados Unidos de perdirle a los gobiernos árabes que permitan las manifestaciones populares y que “escuchen a sus pueblos” está siendo puesta a prueba en Irak donde la policía cargo contra los manifestantes.

Aún es temprano para conocer lo que está pasando en Libia donde, según las últimas noticias Gadafi ha anunciado que se dispone a abrir los depósitos de armas del ejército para armar a la población civil. Este paso, unido a la amenaza de cerrar las exportaciones de petróleo, representa una escalada ante la cual los Estados Unidos y sus aliados no tienen como responder en el plano político. Solo cabe imaginar la enorme dimensión del problema que puede llegar a plantearse en el plano militar.

Una intervención de la OTAN o de la ONU en Libia en las actuales circunstancias de enervamiento popular en el mundo árabe podría ser interpretada como una declaración de guerra contra la región con miras a asegurarse la posesión de los pozos de petróleo.

En América Latina hasta el momento, aparte de la subida de los precios del petróleo que puede afectar a la navegación aérea y las previsiones del incremento de los agroquímicos, no se sienten muchas consecuencias de lo que está pasando en el cercano oriente pero por un lado una reactivación de la crisis económica relacionada con el aumento de los precios del petróleo y con el incremento de los gastos militares cambiaría radicalmente las perspectivas económicas y comerciales de este año.

Por otro lado, si la política de Estados Unidos contra gobiernos autoritarios se aplica a este lado del Atlántico en el sentido de incentivar rebeliones populares contra los gobiernos de Cuba y Venezuela entonces el escenario de confrontaciones y revueltas se extendería a este hemisferio.

No está clara la manera como va a continuar desarrollándose la revolución árabe en las próximas semanas pero lo que sí es claro es que el apoyo a los pueblos árabes manifestado por la administración Obama tienen unos límites que están establecidos por sus intereses económicos, comerciales y estratégicos que no siempre coinciden con los del mundo árabe.

A Estados Unidos y a Europa podría llegarles pronto el momento de recibir la cuenta de cobro de la invasión a Irak, del apoyo incondicional a Israel y del sostenimiento durante décadas de los regímenes más represivos y corruptos del mundo cuyos organismos de seguridad torturaban(quizás esto hay que ponerlo en presente) con la participación de la CIA.

Ojalá las palabras optimistas sobre la revolución árabe se concreten en una estabilidad con respaldo popular que le ofrezca a los pueblos de esos países una vida digna y próspera que se merecen.