Hoy continúa el gran escándalo internacional de las filtraciones de Wikileaks que desnudaron parte de los métodos de la secretaría de estado de Estados Unidos para reunir información y manipular gobiernos en todo el mundo.
El vocero de Silvio Berlusconi califico las filtraciones como “el 11 de septiembre de la diplomacia de Estados Unidos”. No es que las filtraciones revelen muchas cosas nuevas que no hubiéramos imaginado sino que ponen de presente la enormidad de toda clase de informaciones recogidas por medios lícitos e ilícitos por los Estados Unidos.
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No puede evitarse la pregunta de cómo se digieren y procesan los 250.000 mensajes que llegaron en pocos meses a la secretaria de estado norteamericana procedentes de todo el mundo conocido que Wikileaks tardó meses para revisar y determinar la publicación de casi 3000 mensajes que tiene que ver con Colombia.
De todas formas la divulgación de los mensajes obligará a replantear una política internacional basada en el monopolio de la información y en ocasiones en mentiras cínicas antes imposibles de comprobar a no ser que se “desclasificara” La información sobre la “seguridad nacional” décadas después de que perdiera cualquier pertinencia con la política cotidiana.
Podríamos decir que estamos ante la “glasnost” de los Estados Unidos y, esta “transparencia” habrá de generar una “perestroika”, o reestructuración, que habrá que ver, si no es que se endurecen los aspectos represivos de un orden mundial que se siente amenazado.
¿Pero cómo reprimir las divulgaciones de los “hackers” que son capaces de “desemcriptar” casi cualquier mensaje? ¿Cómo echar para atrás las libertades democráticas de un periodismo cuestionador acostumbrado a usar sin restricciones las herramientas de la red?
Es interesante lo que está ocurriendo y se abren muchas posibilidades de cambio.