lunes, 25 de octubre de 2010

La baja del dólar

En los últimos meses el dólar se ha mantenido cercano a los 1800 pesos y con tendencia a la baja a pesar de la intervención del Banco de la República en el mercado de divisas. El fenómeno no ocurre exclusivamente en Colombia y en el Brasil se habla de “guerra cambiaria global”.

Esta situación ha disparado las importaciones y las ventas de electrodomésticos importados y de automóviles. Esta semana el gobierno Santos ha estado preparando un paquete de medidas destinadas a responder a la presión de los sectores perjudicados con la baja del dólar y que enviaron al gobierno una dura carta llamando a tomar medidas al respecto. Al mismo tiempo, y como si fuera para subrayar los peligros de aplicar soluciones simplistas, se divulgó el mal uso de los subsidios entregados al sector de la floricultura que asciende a más de 200 mil millones de pesos.

La tendencia a la baja del dólar en el mundo y las bajas tasas de interés han disparado el precio del oro, que está por encima de los 1350 dólares la onza, lo que ha llevado a que la minería informal se convierta en un gran negocio para los capitales del narcotráfico y los desempleados con acceso a cuencas de aluvión o socavones abandonados coloquen en marcha nuevos procesos de explotación del mineral.

Cuando se divulgan las cifras de producción industrial de los dos últimos meses, probablemente va a aparecer una contracción importante, que ya se nota en un descenso de la demanda de electricidad, sin que se vislumbren posibles medidas efectivas en el campo del mercado de divisas, las tasas de interés o el control a los capitales golondrina.

Por el momento aumenta, a chorros, la entrada de inversión extranjera apalancada en el diferencial de tasas de interés de Colombia y otros países como EEUU, y de capitales provenientes de paraísos fiscales y bancos extranjeros de dudosa procedencia.

La “prosperidad democrática” que prometió el presidente Santos, será entonces, para los sectores financieros y especuladores de divisas acosta de producción de la industria liviana y agrícola, lo que redundará probablemente en un incremento de la tasa de desempleo y en la progresiva afectación de la calidad del mismo.

Este año en América Latina, consecuencia de las expectativas de crecimiento económico, las organizaciones internacionales hablan con optimismo del desarrollo de la región. Ojalá que nuestra expansión dure en el tiempo y que sus beneficios alcancen los sectores pobres, que en nuestro caso, representan el 50% de la población.